Al contrario de lo que hasta hace poco se pensaba, que el razonamiento iba por un lado y las emociones por otro, hoy sabemos que todo está integrado, que no hay un cuerpo y una mente separados. El corazón no va por un lado y la razón por otro: “no hay decisión sin emoción” como dice y demuestra Antonio Damasio (*).
Sabemos que nuestras emociones generan reacciones físicas en nuestro organismo pero el gran descubrimiento ha sido comprobar que también las reacciones físicas nos inducen las emociones correspondientes.“Sonreímos porque estamos contentos” y “estamos contentos porque sonreímos”. Si te quieres alegrar sonríe.
Sabemos que nuestras emociones generan reacciones físicas en nuestro organismo pero el gran descubrimiento ha sido comprobar que también las reacciones físicas nos inducen las emociones correspondientes.“Sonreímos porque estamos contentos” y “estamos contentos porque sonreímos”. Si te quieres alegrar sonríe.
Damasio también sostiene que los sentimientos, lejos de perturbar, tienen una influencia positiva en las labores de la razón. Por lo que tomar conciencia del papel de los sentimientos nos permite potenciar sus efectos positivos y disminuir al mismo tiempo su posible influencia negativa. Por ello es muy importante sino vital que aprendamos a reconocerlos, a interpretarlos, a expresarlos y a gestionarlos de forma adecuada, en nosotros mismos y en los demás.
Continuamente estamos experimentando emociones que nos hacen interpretar lo que nos pasa de la forma en que lo hacemos y actuar en función de esa interpretación. Pero apenas sabemos nada de ellas, a muchas incluso nos cuesta ponerles nombre ¿Para cuándo hemos dejado el aprendizaje sobre nuestras emociones?
“No es sólo la separación entre mente y cerebro la que es mítica: la separación entre mente y cuerpo es, probablemente, igual de ficticia. La mente forma parte del cuerpo tanto como del cerebro”.- Antonio R. Damasio (*).
(*) Antonio R. Damasio, es un prestigioso investigador en neurofisiología. Entre otras cosas es Profesor David Dornsife de Neurociencia, Neurología y Psicología en la Universidad de Southern California, donde dirige el Instituto del Cerebro y la Creatividad. Es Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (2005).
Libro: El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano (1994)
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