En estos tiempos
de cambios rápidos, prisas, abarcarlo todo, ... lo único que permanece
constante es el tiempo del que disponemos. El día sigue teniendo 24
horas pero nos empeñamos en comportarnos como si lo hubiéramos alargado sobrecargándonos de actividades.
¿Sientes que, incluso, duermes deprisa?
Ahora, durante la crisis, cuando las decisiones que tomamos pueden ser más determinantes que nunca, esas prisas a las que nos hemos habituado no nos ayudan en absoluto. Hay que parar para encontrar el lugar y tiempo necesarios para la reflexión. Para mirar las cosas de una forma diferente. Para mirarlas detenidamente.